Comisiones Obreras de Navarra | 26 abril 2024.

1º Mayo 2024

Morir por el fútbol. Artículo de Javier Ojer, de CCOO-Policía Foral

    08/05/2018.
    Artículo Ojer

    Artículo Ojer

    El 8 de diciembre de 1998 el donostiarra Aitor Zabaleta moría como consecuencia de una puñalada en el corazón en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón. Tenía 28 años. El 30 de noviembre de 2014, Francisco Javier Romero, “Jimmy”, fallecía tras los golpes recibidos en un enfrentamiento entre ultras del Frente Atlético y del Riazor Blues. Tenía 43 años. Este mismo año 2018, la tarde noche del pasado 22 de febrero, nos dejaba el ertzaina Inocencio Alonso, “Ino”, tras sufrir una parada cardiaca en medio de los graves enfrentamientos producidos entre radicales del Athletic de Bilbao y el Spartak de Moscú. Tenía 51 años.

    Tres ejemplos tres de los muchos que se podrían enumerar y que vienen a poner de relieve la instauración en algunos campos de fútbol de un fenómeno, el de la violencia que se ejerce en torno al deporte rey en nuestro país. El artículo 10 de la Constitución Española señala que la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social. Éste fue el punto de partida de la exposición que presentó Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, en el Seminario de Formación para Fuerzas y Cuerpos de Seguridad sobre Violencia Ultra en el Fútbol. Una jornada desarrollada el pasado 17 de abril en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, organizada por Promax y la propia organización que él preside, y en la que participó la Sección de CCOO en Policía Foral.

    Ninguna persona, por el hecho de serlo, debe estar fuera de la protección legal hacia los delitos de odio. La jurisprudencia tanto del Tribunal Europeo de Derechos Humanos como del propio Tribunal Constitucional ha puesto el énfasis en que la intolerancia siempre es hacia lo diferente. Se enmarca dentro de una realidad multiforme en la que tiene cabida el racismo, la xenofobia, el antigitanismo, la islamofobia, la aporofobia (odio a los pobres), la disfobia (rechazo hacia la discapacidad), el antisemitismo, la homofobia…

    Los delitos sobre las personas por lo que son, siempre implican esa intolerancia, y los casos de violencia en el fútbol son un claro ejemplo de ello. Aitor y Jimmy murieron porque hubo otros que no quisieron respetar su hecho diferencial; ser de otra afición, incluso de otra ciudad. Morir por ser diferente al otro. Morir a causa de la intolerancia. Ino formaba parte de un grupo social, el policial, que se tiene que enfrentar cara a cara a esta violencia gratuita. Su muerte no escapa del entorno y del contexto en la que se produjo.

    España está a la vanguardia europea en la lucha contra esta fenómeno violento. Así lo dicen los informes oficiales. Sin embargo, y aunque el camino emprendido hace años ha empezado a dar sus frutos, lo cierto es que todavía queda mucho por hacer. El Estado tiene que hacer cumplir la ley, y hoy, a la vista de los acontecimientos, no se está cumpliendo escrupulosamente con lo que marca la Ley del Deporte. El caso vivido en Bilbao, con el fallecimiento del ertzaina, pone el punto de mira en el cambio de tendencia que se está dando en algunos campos de fútbol. Se ha pasado del hooliganismo a la guerra de guerrillas, y ahí quienes como servidores públicos nos dedicamos a la protección de los derechos y libertades de la ciudadanía, tenemos mucho que decir y hacer. Es necesaria una apuesta firme y decidida de las administraciones públicas en la formación de su capital humano en fenómenos como éste, dotándole con los medios materiales y formativos necesarios para realizar un servicio en las mejores condiciones para la ciudadanía.

    Como decía Gabriel Trejo, ex policía y Director de Formación de Promax, el fútbol es un negocio muy rentable, y el 80% del despliegue de seguridad que se realiza en el deporte, tiene que ver con éste. Los clubes son quienes se tienen que implicar de manera directa en la erradicación de estos grupos ultras. Algunos de ellos están identificados como tal por la Comisión Nacional de Violencia en el Deporte. Sin embargo, otros no, y los hay.

    La realidad que rodea a la violencia en el deporte es poliédrica, tiene muchas caras: fuerzas de seguridad pública, cuerpos de seguridad privados, clubes de fútbol, empresas, sindicatos, organismos como Movimiento contra la Intolerancia…Se ha avanzado mucho pero aún existe un déficit importante. Es necesario abanderar el principio de legalidad, aplicando las leyes como debe ser. La formación y la educación en valores tienen que jugar un papel importante en nuestra sociedad. Necesitamos una mirada actual, moderna, democrática y legal. La aceptación de la existencia del delito de odio ayudará a conseguir esa mirada.